Deber

El problema de estar en una celda sin ventanas es que no sabes si es de día o de noche, y el de hacerte el duro con la tortura es que en realidad es una mentira, nadie es tan duro y tarde que temprano te romperán la voluntad o el cuello.

La noche era fría y si estabas desnudo como Nicolás, era como estar en un congelador, huesos helados, hambre de innumerables días, hematomas por todas partes, lo único que Nicolás quería era darse por vencido y llorar hasta que lo dejaran volver a casa, pero estaba el deber, el MALDITO deber. Se puso en posición fetal para intentar dormir pero el dolor de sus costillas no se lo permitió, así que volvió a sentarse y cerró los ojos.

- Prisionero 53, díganos la ubicación de la bomba y su sufrimiento terminara

- ¡ NUNCA ¡

- Tal vez usted no lo recuerde pero en esta sesión hemos tenido que reanimarlo 3 veces

- ¡ MENTIRA ¡

- 53, es estúpido sufrir cuando con un poco de información mañana podría estar de vuelta con su familia

- ¡ NO ¡

- Asistente active la descarga electr..  – Eso fue lo ultimo que escucho Nicolás antes de despertarse de nuevo en su celda

No sabía como pero esos cerdos habían conseguido enterarse de la bomba y lo tenían allí encerrado, pero no sabían que tan fuerte era, ni donde estaba y sin importar cuanto hicieran con el nunca conseguirían que hablara y en menos de 1 semana su valiente acto, seria afirmado cuando su bomba purificara a la raza humana.

Continuara...

Doble vida 2

Esta historia es la continuación de doble vida

-Hola, Pedro

- ¿Como estas?

- bien - Aunque en verdad lo que Andrés quería decir era fascinado de volver a verte

- ¿Estas con alguien?

- Si, con mis amigos, ven y te los presento

Y así Pedro termino sentado en la mesa de Andrés y sus amigos, riéndose de sus bromas, moviéndose ligeramente a la derecha cuando alguien iba a salir a balar. Y sin decir una sola palabra durante 2 horas.

Pedro, su espalda recta y mirada penetrante, mucho decían que era un soberbio pero Andrés nunca lo escucho hablar mal de alguien o asegurar que era mejor que ellos, y solía pensar que era algo diferente lo que causaba esa sensación, Pedro era especial, la mayoría de la gente habla para no sentirse tonta y sola, pero cuando el callaba se sentía bien y completo, en total calma consigo mismo y de la situación y no es por que fuese tímido o malo para las palabras sino que odiaba ser excesivo con ellas y solo las usaba cuando realmente significaban algo para el.

Juan le hizo un guiño a Sergio y se lo llevo a la pista de baile, cinco segundos después Gonzalo descubrió que estaba sonando su canción favorita y se llevo a Rodrigo, ya estando solos Pedro saco una cajetilla de cigarrillos y la acerco a Andrés, este tomo uno y salieron a fumárselos a la calle.

Las ¾ partes de los cigarrillos se consumieron sin que ninguno de los dos pronunciara palabra alguna, para entretenerse Andrés miraba como se marcaba la varonil figura de Pedro en su chaqueta de cuero cerrada hasta el cuello e intentaba adivinar que podría estar pasando por su cabeza.

Pedro termino su cigarrillo, lo lanzo al piso y luego extingo con su zapato, tras lo cual en un tono muy bajo digo – Te extrañe

Eso fue suficiente para que Andrés lanzara a la basura todo su “proceso” de meses, nunca volviera a pensar en asistir a la iglesia y mucho menos poner en duda su identidad sexual, una vez más en su vida.

Y claro lo de Pedro fue un amor rápido pasional y hermoso, pero también término, aunque esta vez quedo algo más que los reproches y las lágrimas, esta vez quedo el recuerdo que lo mejor en este mundo era ser quien uno sentía ser.

Doble vida

El culto había estado bien, era bueno sentir que la gente te miraba, era bueno sentir que la gente te alababa, era bueno sentir que te envidiaban. Estos eran los pensamientos de Andres mientras salia de la iglesia luego de la misa de 12.

Poder, eso es lo que todos queremos eso es lo que todos anhelamos y eso era lo que el había obtenido el poder suficiente para acallar las voces de su familia y las suyas propias, no es fácil ser gay y católico al tiempo, siempre escondiéndote de los ojos entrometidos, disimular y no mirar demasiado al nuevo chico del coro.

Su vida era un torbellino al comienzo iba a la iglesia por que su padre hace poco la había descubierto y entre el tedio de estar en casa pensando en su ex o escuchar al anciano párroco, pensó que al menos el anciano le mantendría pensando en otras cosas, y fue verdad las historias de pastores y guerras, calmaban su dolor y lo transportaban a otro tiempo, y así poco a poco le fue cogiendo la costumbre a eso de la iglesia, incluso hasta llego a pensar en que era sucio ser gay y que podría cambiar, así que se dedico con todo su empeño a no pensar en mas hombres a no mirarlos por la calle, a no dejar de pasar canales en la tv cuando salia uno con el pecho desnudo, cada día era una lucha, cada noche una derrota, pero al siguiente día volvía a empezar.

- Alo, andres?

- Hola, juan

- Hace tiempo que no te vemos por la disco, estas bien?

- Seguro, es solo que he estado ocupado

- Veo, veo, de cuando acá te convertiste en el señor ocupado?

- vamos, juan no seas así, es solo que..

- Que te olvidaste de tus amigos

y de repente andres, escucho como colgaban el teléfono del otro lado, clásico de juan siempre haciendo las cosas de la manera mas teatral posible, exagerando por todo, igual el solo había dejado de ir 2 o 3 meses, ademas no quería volver a saber de esa vida, y estaba seguro que si volvía a un bar gay, sus esfuerzos se verían diezmados, volvería caer en manos de la tentación.

10 a.m clase de economía, andres miraba reflexivamente el techo mientras su maestro decía algo sobre la repartición de los bienes y servicios, pensaba en despedirse pensaba en que había dejado esa vida y estaba contento por ello pero aun así había gente a la que debía mucho y quería despedirse de ellos. Primero que todo juan al que ni siquiera se había dignado volver a llamar desde que le colgó hace un mes, también rodrigo, gonzalo y por ultimo sergio. Estaba seguro que al hablar con ellos le dirían que el mejor lugar era la disco, igual era el único sitio donde podían ser ellos mismos, pero no importaba el estaba envestido por el señor y no volvería a caer en pecado.

Juan lo saludo con un suave hola bebe, mientras los demás simplemente le estrecharon la mano. bebió un par de copas, rió como no había reído hace tiempo, y como era obvio eventualmente sintió la necesidad de ir al baño, a la salida alguien dijo su nombre y al voltear a mirar vio a pedro y sintió como un sudor frió recorrió su cuerpo, andres era un hombre apuesto y nunca había tenido problemas para conquistar a nadie, pero con pedro fue otra cosa, siempre estaba dispuesto a salir con el, pero en cada oportunidad era tan callado, tan dentro de si mismo, tan hermoso, tan difícil de descifrar, que nunca se atrevió a decirle cuanto le gustaba.

Continua en: Doble vida 2

La mujer de su vida 2

Esta historia va después de La mujer de su vida

Cada uno voltea mira hacia un lado diferente y pasan 5, 10, 20 segundos de un silencio incomodo hasta que  felipe dice - tranquila, tranquila, no hay ningún problema, te entiendo, si eso es lo que quieres entonces esta bien

- debo irme

- por favor espera un poco mas, espera a que el sol salga y te acompañare hasta donde desees

- donde estoy?

- en mi casa, a las afueras de la ciudad

- llevame a la carretera mas cercana

- espera, espera, en solo 30 minutos saldrá el sol

catalina empieza a vestirse y de mala gana le dice que si

- sabes, ahora recuerdo que anoche estaba con unos viejos amigos(viéndolos por ultima vez) y uno de ellos me dijo que de ser yo lo intentaría con tu amiga, la de los senos grandes, pero vi tu sonrisa y lo tuve todo claro, lo que necesitaba lo que realmente necesitaba a mi lado era una persona que pudiera sonreír como tu.

Los ojos de catalina se volvieron mas claros

- Alguien alegre, como tu y tus gestos de mimo, jugando como una niña al mismo tiempo que hechizas a los hombres

Los ojos de catalina se volvieron aun mas claros, y una lagrima rodó por su mejilla.

- Tanto lo amas?

- Si

Ella bajo del auto abrió la puerta de un edificio y entro en el, todo lo que le quedo a felipe para ver fue la puerta y así lo hizo por cinco minutos antes de sonreír pensando en la ironía, Catalina era la mujer de su vida, la ultima mujer de su vida y su corazón era de otro. Simplemente por el hecho que el estuviera muriendo no significaba que la vida seria mas suave con el.

La mujer de su vida

La vio a los ojos y supo que era la mujer de su vida, el problema es que no le quedaba mucha.

Hace 5 días felipe había salido de casa con todo el dinero que pudo conseguir, hace 6 días le habían diagnosticado una extraña clase de cáncer que no podía pronunciar y la muerte en una semana.

No recuerda muy bien donde la conoció o como terminaron desnudos sobre su cama, no recuerda muy bien por que volvió a casa o quien es esa extraña que duerme a su lado, no recuerda pero ve su sonrisa, y siente un rápido movimiento dentro de su pecho.

No es una de esas chica portada de revista, le sobran unos kilos de mas y le faltan retoques digitales, pero la sonrisa que se ve mientras duerme es hermosa, y mientras la ve piensa en que la vida es una cosa extraña, y lo único que quiero antes de terminarla es un beso. Lo piensa pero no se atreve a tomarlo, solo espera y espera mientras la observa, espera y ella sigue durmiendo, espera una eternidad del tiempo que ya no le sobra, y luego, espera un poco mas.

Finalmente su cuerpo se mueve y ella comienza a despertar, le mira confundida y el no sabe que hacer o que decir. Pero mira nuevamente sus labios y tiene claro que desea antes de morir, asi que acerca lentamente sus labios hacia los de ella con la esperanza que su ultimo deseo se haga realidad, pero ella se aleja.

- No puedo hacerlo

- Que, no puedes hacer?

- lo siento, yo yoooo, me voy a ir a vivir con andres mañana, y nooo, no puedo hacerlo

Cada uno voltea mira hacia un lado diferente y pasan 5, 10, 20 segundos de un silencio incomodo y

Continua en: La mujer de su vida 2

Human monogamy in the planet of the apes

"I didn't realize a man could be monogamous" - Dr. Zaius